El papa Francisco aseguró que en la iglesia “hay lugar para todos” pero lamentó las “muchas resistencias interiores” y la pereza que le impiden “ponerse en marcha”, durante la misa por la fiesta de San Pedro y San Pablo.
El pontífice, en la basílica vaticana, defendió su idea de “una iglesia libre y humilde que se alza deprisa, no se queda atrás ante los retos de la actualidad ni permanece en los recintos sagrados” sino que se mueve “por el deseo de llegar y acoger a todos”.
Y agregó: “Muchas veces somos un iglesia de puertas abiertas, pero para despedir y condenar a gente”.
Francisco, en todo momento sentado por sus problemas de rodilla, presidió este miércoles la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, patrones de Roma, y en la ceremonia participaron los arzobispos nombrados en el último año.
En la liturgia, como dicta la tradición, el papa bendijo los palios que llevarán los nuevos obispos, unas estolas de lana blancas con seis cruces de seda negra que se pone sobre el pecho y hombros.
Ante los prelados, y cientos de fieles, Francisco volvió a avisar de una “perversión” que afecta a la iglesia, el “clericalismo”, la vivencia del clero como si fuera una élite. “El ministro que adopta una actitud clerical ha tomado un camino equivocado”, advirtió.
Francisco lamentó que todavía se experimentan “muchas resistencias interiores que -dijo- no nos permiten ponernos en marcha”.