Estados Unidos y Corea del Sur respondieron el martes con el lanzamiento de cuatro misiles al disparo, horas antes, de un misil balístico norcoreano que sobrevoló territorio japonés y obligó a varios centenares de residentes nipones a guarecerse en refugios subterráneos o en edificios. La prueba norcoreana, el quinto disparo de un cohete en los últimos 10 días por parte del régimen de Pyongyang, llegaba tras una gira de la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, por la región, y durante maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos. Seúl ha tenido que pedir disculpas por el lanzamiento fallido de uno de sus misiles, un Hyunmoo-2 de fabricación nacional, en los disparos de respuesta.
El cohete norcoreano lanzado este martes, según los expertos, podría ser un Hwasong-12 de alcance intermedio, que ha recorrido la mayor distancia alcanzada por un misil norcoreano: 4.500 kilómetros, con una altura máxima de mil kilómetros. Era la primera vez en cinco años que un cohete norcoreano sobrevolaba Japón.
Que el régimen de Kim Jong-un haya dado ese paso ha causado preocupación en Seúl, Tokio y Washington: el temor es que pueda tratarse de la antesala a una prueba atómica de Pyongyang; desde hace meses se detectan señales de actividad en la base nuclear de Punggye-ri. Sería la primera en un lustro y la séptima en la historia del régimen.
El primer ministro nipón, Fumio Kishida, y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, mantuvieron una conversación telefónica, en la que ambos condenaron en los “términos más contundentes” el disparo que consideran una violación “clara” de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y una amenaza para el pueblo japonés.
Cazabombarderos estadounidenses y aviones militares japoneses desarrollaron el martes maniobras conjuntas en el espacio aéreo nipón, en un gesto de advertencia hacia Pyongyang. Un gesto doble por parte de Estados Unidos. Simultáneamente, sus fuerzas del comando del Indopacífico también han completado un ejercicio junto a tropas del Sur. En él, y desde la ciudad de Gangneung, en la costa oriental surcoreana, soldados de las dos naciones han lanzado misiles balísticos tierra-tierra del sistema ATACMS ―cada fuerza lanzó dos― como respuesta al disparo de Corea del Norte. Los cuatro proyectiles se lanzaron en dirección al mar de Japón y alcanzaron los objetivos marcados, según un comunicado del Estado Mayor surcoreano citado por Efe.
Seúl realizó un lanzamiento fallido de un quinto proyectil desde Gangneung. Pese a caer dentro de las instalaciones militares sin causar heridos, el impacto del misil, un Hyunmoo-2 surcoreano de corto alcance, y el fuego que causó, alertó a la población cercana a la base, que criticó la falta de información sobre la operación. “Pensé que era la guerra”, comentó un ciudadano en un vídeo grabado desde una zona cercana a las instalaciones, según informa Reuters.
Washington ha convocado, asimismo, una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar lo que considera una violación de las resoluciones de ese organismo. Pero, dadas las divisiones que existen entre los miembros del Consejo, agravadas por la guerra en Ucrania, la sesión no pasará más allá de lo simbólico. En otros episodios similares previos, Rusia y China han bloqueado cualquier mensaje de condena hacia el régimen de Kim Jong-un.
Desde comienzos de este año, Corea del Norte ha retomado la vía de las amenazas militares y frecuentes pruebas de misiles, tras dar por acabada la moratoria que se impuso a finales de 2017, cuando declaró completado su programa nuclear. Comenzó entonces una etapa de acercamiento a Seúl y de contactos con Estados Unidos que tuvieron sus momentos más mediáticos en las primeras cumbres entre líderes de los dos países: Kim Jong-un de un lado y, del otro, Donald Trump.
Pero aquellos contactos no pasaron de representar nada más que una costosísima escenificación fotográfica de un apretón de manos entre dos líderes, distintos en todo menos en su debilidad por el autoritarismo. En la primera reunión, en Singapur, en junio de 2018, los dos dirigentes firmaron un comunicado conjunto sin apenas contenido. La segunda, en Hanoi en febrero de 2019, concluyó en rotundo fracaso cuando quedó claro que ambos llegaban con posiciones opuestas. La tercera, improvisada sobre la marcha y en la zona desmilitarizada entre las dos Coreas en junio de 2019, no pasó de anécdota.
Desde entonces, las negociaciones languidecieron. Con una economía dañada por desastres naturales, la pandemia y el cierre de fronteras que Kim decretó contra el coronavirus, el régimen ordenó intensificar el programa de armamento balístico y nuclear. El año pasado sostuvo que había probado un misil hipersónico. En lo que va de 2022 ha completado numerosos disparos, entre ellos el de su misil de mayor alcance, apodado “el monstruo”, aunque tanto Estados Unidos como Corea del Sur consideran que ese lanzamiento resultó un fracaso.
Ahora, Washington teme que Pyongyang pueda estar preparando una nueva prueba nuclear. “Ha habido indicios en el pasado de que Corea del Norte prepara un emplazamiento para una prueba. Si lo hace, en nuestra opinión representaría una escalada muy grave que pondría en riesgo la seguridad y la estabilidad regional e internacional”, ha asegurado el portavoz del Pentágono Pat Ryder.
Con información de: El País