La capilla ardiente de Isabel II, fallecida el 8 de septiembre, concluyó en el Salón de Westminster, la parte más antigua del Parlamento británico, poniendo fin a la kilométrica cola, que serpenteaba por el centro de Londres, a orillas del río Támesis.
Miles de personas pasaron, tras esperar en fila hasta más de 24 horas, por el recinto donde se instaló el féretro de la soberana, cubierto con el estandarte real, la corona imperial, el orbe; pieza que representa al mundo cristiano, y el cetro de oro, símbolo de poder, y que estuvo custodiado por la guardia real.
El funeral de Estado de la reina, catalogado como «el funeral del siglo”, comenzó este lunes 19 de septiembre a las 11.00 hora local (10.00 GMT) en la Abadía de Westminster, luego que el cortejo fúnebre, seguido a pie por el nuevo rey Carlos III y otros miembros de la familia real británica, llegase, desde el Salón de Westminster, al templo religioso en el centro de Londres.
El mayor «reto» de seguridad para el Reino Unido
Tras 10 días de luto nacional, homenajes y rituales de gran pompa, unas 2.000 personas, entre ellas cientos de dignatarios y monarcas, asistieron a la ceremonia religiosa en la Abadía de Westminster.
Del presidente estadounidense Joe Biden al brasileño Jair Bolsonaro, a los reyes de España -Felipe y Letizia, así como los eméritos, Juan Carlos y Sofía-, hasta el emperador Naruhito de Japón, unos 500 líderes políticos y monarcas fueron invitados a una ceremonia convertida en el mayor «reto» de seguridad para el Reino Unido.
El papa Francisco, que no asiste, está representado por el secretario del Vaticano para las Relaciones con los Estados, Paul Gallagher. El deán de Westminster, David Hoyle, dirigió el oficio religioso y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia Anglicana, pronunció el sermón.
En las calles y los parques de todo el país, así como en la Abadía de Westminster, los británicos observaron dos minutos de silencio por su difunda reina. La ceremonia religiosa en la imponente iglesia gótica de Londres terminó con el himno nacional, «Dios salve al Rey», cantado en honor de Carlos III.
Multitudes de británicos deseosos de acompañar a su reina hasta el final pasaron una o más noches al aire libre, para reservar un lugar en primera fila de The Mall, la avenida que conduce al Palacio de Buckingham y desde allí al Arco de Wellington, en Hyde Park Corner, hacia donde el féretro se dirige de nuevo en procesión tras el oficio religioso.
Último adiós
La reina más longeva del Reino Unido falleció a los 96 años, conmocionando al país y al mundo, pese a que su salud empeoraba desde hace meses. Símbolo de una era de grandes cambios, Isabel II llegó al trono en 1952, en un Reino Unido aún sumido en la posguerra mundial, y se marchó en el 2022 de la pospandemia y el brexit.
Su hijo mayor, de 73 años, la sucedió como Carlos III, hasta ahora uno de los miembros menos apreciados de la familia real británica, pero con su popularidad en ascenso en los últimos días.
Tras el servicio religioso en Westminster, el féretro será llevado sobre un carro de artillería por el centro de Londres hasta el Arco de Wellington, donde será cargado en un coche fúnebre para su viaje hasta a Windsor, unos 40 km al oeste.
Allí, se dirigirá a la Capilla San Jorge, escenario de las últimas bodas reales, donde se celebrará otro oficio religioso con 800 invitados, incluidos empleados del castillo. En una última ceremonia privada reservada a los familiares más cercanos, la reina será enterrada en el «Memorial Jorge VI», donde reposan sus padres y su hermana Margarita.
Los restos de su esposo, el príncipe Felipe, serán enterrados junto a ella, trasladándolos de la cripta real, donde reposan desde su muerte en abril de 2021 con casi 100 años.
Con información de: El Mostrador