Violenta erupción en el monte Aso, ¡el supervolcán de Japón!

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Japón se encuentra en pleno Cinturón de Fuego del Pacífico, una región con gran actividad sísmica y volcánica en la que se enfrentan dos grandes placas tectónicas, la Euroasiática y la Pacífica, que subduce por debajo de la anterior. En Japón conocen muy bien los volcanes y frecuentemente sufren erupciones, sin embargo, el volcán que hoy ha entrado en erupción es el más grande del archipiélago: un monte de 1592 metros de altitud situado en el interior de una monstruosa caldera mucho mayor, de más de 20 kilómetros de diámetro. Este complejo volcánico, considerado por algunos como un “supervolcán”, ha entrado en erupción hace unas horas.

El tipo de erupción difiere bastante del volcán Cumbre Vieja. La erupción que estos días está arrasando una pequeña parte de la Isla de la Palma, nos muestra como un volcán puede tener fases efusivas que dejan grandes coladas de lava y otras explosivas, más violentas y con riesgos asociados muy distintos. En este caso estamos hablando de un volcán altamente explosivo, sin efusividad. En los vídeos, se aprecia cómo genera una nube de cenizas tan densa que termina por colapsar bajo su propio peso generando un flujo piroclástico: una corriente descendente con vientos huracanados, similar a un reventón en una tormenta, pero cargado de cenizas y en ocasiones con temperaturas muy superiores a los 100 ºC.

La mayor caldera de Japón

Este volcán tiene antecedentes históricos muy reseñables. La última gran erupción se produjo hace unos 90 000 años y alcanzó un índice de explosividad VEI 7, emitiendo más de 500 kilómetros cúbicos de piroclastos a la atmósfera de forma violenta. Para hacernos a la idea, la erupción actual del volcán Cumbre Vieja posee un VEI de 2; el Eyjafjallajökull en 2010, un VEI 4; y la monstruosa erupción del Santa Helena, en 1980, un VEI 5. Cada nivel supone 10 veces más emisión de piroclastos que el anterior.

Sin embargo, la erupción actual es muy probable que se asemeje a otras producidas a lo largo de los siglos XIX y XX, presentando una gran explosividad, a menudo con actividad freatomagmática en las que el agua del subsuelo se transforma violentamente en vapor, pero sin consecuencias tan graves como las producidas por las erupciones prehistóricas de este volcán. No obstante, sus erupciones, normalmente de tipo vulcaniano, vienen acompañadas de flujos piroclásticos y requieren de una atención más especial que las de los volcanes estrombolianos, como el de La Palma. Su capacidad de destrucción es parecida pero la amenaza para la vida de las personas es aún mayor.