Durante varios años, Libby Adame y su hija Alicia Galaz -de 51 y 23 años, respectivamente- se dedicaron a reclutar personas por medio de Instagram para ofrecer cirugías estéticas ilegales en una casa y sin poseer una licencia médica, hasta que el 15 de octubre del 2019, una de sus pacientes perdería la vida después de inyectarle silicona líquida en sus glúteos.
Aquel día, la víctima -una mujer adulta- se sometió al procedimiento ilegal para que sus glúteos lucieran más llenos, sin imaginar que la silicona no contenida en el cuerpo terminaría ingresando en su torrente sanguíneo y le generaría embolias que le provocarían la muerte, explicó el Departamento de Policía de Los Ángeles.
Cuando se dieron cuenta de las complicaciones que estaba sufriendo la paciente, las dos mujeres llamaron a los servicios de emergencia, para después huir del lugar “sin identificar ni informar a los paramédicos del procedimiento cosmético para que se iniciaran los protocolos adecuados para salvar vidas”.