El equipo uso datos del Proyecto 1000 Genomas, que es el mayor catálogo público de variación genética humana común, y examinaron los cambios en los genes humanos que codifican las proteínas que interactúan con el SARS-CoV-2.
El siguiente paso fue sintetizar las proteínas humanas y las del SARS-CoV-2, sin utilizar células vivas, y demostraron que estas interactuaban directa y específicamente señalando la naturaleza conservada del mecanismo que los coronavirus utilizan para la invasión celular.
Los científicos computacionales del equipo aplicaron el análisis evolutivo al conjunto de datos genómicos humanos para descubrir pruebas de que los antepasados de los pueblos de Asia oriental experimentaron una epidemia de una enfermedad inducida por un coronavirus similar al que causa la covid-19, agregó Alexandrov.
El científico dijo que en el curso de la epidemia, «la selección favoreció las variantes de los genes humanos relacionados con la patogénesis, con cambios adaptativos que presumiblemente condujeron a una enfermedad menos grave».
El experto agregó que al desarrollar un mayor conocimiento de los antiguos enemigos virales, «ganamos en comprensión de cómo los genomas de las diferentes poblaciones humanas se adaptaron a los virus, que han sido reconocidos recientemente como un importante motor de la evolución humana».
Otro punto «importante» de este estudio -destacó- es la capacidad de identificar los virus que han causado epidemias en el pasado lejano y que podrían hacerlo en el futuro, lo que permite recopilar una lista de los potencialmente peligrosos y «luego desarrollar diagnósticos, vacunas y fármacos para el caso de que vuelvan».
En los últimos 20 años se han producido tres brotes de coronavirus graves epidémicos, el primero fue el SARS-CoV, que dio lugar al Síndrome Respiratorio Agudo Severo, originado en China en 2002 y que causó más de 800 personas muertes.
Diez años más tarde, el MERS-CoV originó el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio, con más de 850 muertes, y ahora, el SARS-CoV-2, que causa el Covid-19, ha supuesto unos 3.8 millones de víctimas en el mundo.