Quince minutos después de las diez de la noche, Andrea y Christian se detuvieron en la esquina de las calles Urquiza y Catamarca de la ciudad de Concordia, Entre Ríos. Él bajó para comprar una bolsa de hielo en la estación de servicio. Ella permaneció en el interior del auto. Estaban llegando tarde a la casa de su papá, Américo. Faltaban menos de dos horas para el brindis de Navidad cuando ella le sacó una foto indiscreta a Adolfo, Jésica, Benjamín, Rebecca y Antonia. No les pidió permiso. Les pedirá disculpas, los felicitará y les agradecerá después.
A las 22:58 del 24 de diciembre publicó la imagen en su cuenta de Facebook con un mensaje: “Primeramente pido disculpas a la familia por hacer público este momento sin su consentimiento. Pero el amor que vi ahí es tan grande que no podía seguir sin compartirlo con ustedes: una familia reunida acompañando a su pilar en su día laboral pese a la fecha. No importa el lugar mientras tengas a quiénes amar. ‘Una navidad en familia’. Felicito a esta familia por tanto amor. Dios los bendiga mucho y llene de amor y paz a sus vidas”.
La foto ilustra una cena navideña en la playa de una estación de servicio. Adolfo, el papá vestido con ropa de trabajo, toma de un vaso. Enfrente está su hija Rebecca sentada en la punta de una silla con sus piernas colgando. A su derecha, Benjamín, su hermano mayor, se recuesta en una silla plegable. Enfrente suyo, su mamá Jésica, sentada en una reposera, sostiene a Antonia, la hija menor de la familia. La naturalidad de esa escena la conmovió: una familia celebrando la navidad sobre una mesa improvisada y acompañando la guardia laboral del padre.
No le bastó explicar a Andrea por qué sacó la foto para que la publicación alcanzara 24 mil likes y el doble de enlaces compartidos: suficiente rendimiento para soportar la calificación de imagen viral. Ante la inesperada difusión de su contenido, se sintió en la necesidad de mandarle un mensaje al protagonista de su retrato. Le escribió: “Recién veo que sos la persona de la Shell junto a su familia. La verdad no pensé que se divulgará tanto la imagen. A mí particularmente me emocionó verlos cuando iba pasando… tengo a la mitad de mi familia trabajando en el exterior y hace siete años no pasamos una Navidad todos juntos. Realmente gracias, gracias y gracias por el mensaje que nos dejan a miles de personas que se emocionaron como yo al ver el amor y la unidad que tienen”.
Andrea sacó la foto pensando en su mamá Marisa y en sus hermanos menores Camila y Diego que viven en Bombinhas, Brasil. “En las fiestas todos nos sensibilizamos un poco más. Estaba ahí viéndolos cenar juntos y la imagen me tocó el corazón. Saqué la foto para mostrársela a mi papá”, relató. Después pensó que sería mejor compartirla en sus redes sociales, más allá de revelar la intimidad de la familia. El pedido de perdón público y el mensaje íntimo posterior la dispensaban.
La exoneró, definitivamente, Adolfo en su respuesta. Le contestó: “Hola Andrea, muchas gracias por tus deseos para mi familia. Cuando me mostraron la publicación no podíamos creer que se viralizara tanto la imagen pero bueno, fue por algo bueno, un buen gesto hacia nosotros. Le deseo felicidad y que se pueda reunir pronto con su familia. Gracias, saludos”.
Adolfo tiene 31 años, le dicen Fito y desde 2014 trabaja como empleado en una estación de servicio del centro de Concordia, donde nació. Cuando egresó del colegio secundario, se inscribió en un profesorado de música que tuvo que dejar para empezar a trabajar. Hizo mandados, fue mensajero, trabajó en un vivero. Su primer empleo en blanco lo consiguió hace seis años, cuando Benjamín era su único hijo.
Tenía menos de un año y un compañero le pidió que le cubriera el puesto la noche de transición entre 2014 y 2015. Aceptó: le convenía a su economía familiar. Con su pareja coordinaron una celebración conjunta en su lugar de trabajo. Lo mismo que hicieron para la Navidad de 2020: cuando supo que le tocaba trabajar la noche del 24 y madrugada del 25 de diciembre, le volvió a preguntar a Jésica si les gustaría acompañarlo. “Me dijo que sí, que obvio, que me acompañaban. Me puse muy contento, para mí era una felicidad bárbara pasarla con ellos”, contó.
Su turno empezó a las 22 horas y terminó a las seis de la mañana del día siguiente. “Llegamos todos juntos. Improvisamos una mesita que en realidad era un corralito para bebé que le había pedido a un amigo. No tenía toda la estructura, le sacamos una parte y la convertimos en una mesa. Pero como estaba medio endeble, decidí plegarle las patas y le puse cuatro baldes de veinte litros de aceite abajo”, reparó Adolfo. Ahí, sobre una mesa casera, con sillas y reposeras, comieron pionono, sánguches de miga, arrollado de pollo y brindaron con gaseosa. Los regalos -una bici, un juego para playstation, una guitarrita con luces- ya los habían entregado por adelantado.
Los chicos se durmieron en unos pequeños colchones que sus padres habían llevado. Los acompañó una amable brisa que aplacó el calor de la noche. “La pasamos excelente -expresó-. Quería estar con ellos y lo pude hacer. ¿Qué más puedo pedir más que festejar la Navidad con mi familia?”. Adolfo y su familia suelen ir juntos a todos lados: “Compartimos muchas cosas juntos. Somos muy familieros y nos gusta estar juntos, pasar las noches en familia. Muchos, por ahí, no pudieron compartir las fiestas en familia. Eso me pone medio triste, por eso quería agradecerles a los que nos están ayudando en esta batalla que no termina: a la policía, los médicos, los maestros”.
Dijo que la pelean, que no van a bajar los brazos, que su mujer pudo montar el emprendimiento de una pañalera y que la felicidad de su familia es lo que le da fuerzas para seguir adelante. La celebración de Año Nuevo lo encontrará en familia: esta vez, en la casa de sus suegros. Y el primer día de 2021 lo tendrá de 14 a 22 horas en la estación de servicio ubicada en la intersección de las calles Urquiza y Catamarca, en la ciudad de Concordia, Entre Ríos.