Vamos niños al santuario…

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Presentes en la inauguración de la Villa Navideña el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, el diputado Raymundo Andrade y la síndica Arely Bonilla,  atestiguando el rescate de la Memoria Histórica que hace el Secretario de Gobierno en su nativa Otatitlán, Veracruz.

“…Llegamos tarde a todas partes, nacimos cuando ya era tarde en la historia, tampoco tenemos un pasado o, si lo tenemos, hemos escupido sobre sus restos, nuestros pueblos se echaron a dormir durante un siglo y mientras dormían los robaron y ahora andan en andrajos, no logramos conservar ni siquiera lo que los españoles dejaron al irse, nos hemos apuñalado entre nosotros…” (Octavio Paz, Posdata.).

Si no sabemos de donde venimos, si desconocemos nuestra historia podemos escupir sobre sus restos, vilipendiar, descalificar, omitiendo que los descalificados somos nosotros, ignorantes de nuestra rica historia cultural equiparable a la egipciaca, hoy sometida por un sajonismo ramplón y carente de valores culturales.

Abona a la reconciliación nacional, a un crecimiento armónico y coherente que evite la polarización de una sociedad acosada por un conservadurismo mercenario y manipulado, las reformas hechas a la ley Orgánica de la Administración Pública Federal, que establece que una de las tareas del poder Ejecutivo Federal será la de difundir y proyectar el derecho a la memoria.

El proyecto engloba todo aquello considerado como memoria histórica, artística y documental de la nación. Sin embargo, no sólo la que se produce dentro de las instituciones, sino también fuera de ellas. Por ejemplo, la historia oral de los pueblos originarios, la tradición gastronómica, la música y los elementos culturales de la sociedad mexicana.

Esto es lo que se considera patrimonio cultural tanginble e intangible, presidido por la investigadora Beatriz Gutiérrez Müller, quien aclaró que el consejo asesor externo y honorario; trabajará de manera gratuita.

Allanando a ese sentir cultural, indispensable en estos momentos en que los mexicanos viven acosados por el ser y devenir de una modernidad que intenta despersonalizarnos y convertirnos en los verdugos de nuestra indispensable memoria histórica, el Gobierno del Estado de Veracruz crea un festival que nombra Villa Navideña realizado en Otatitlán, Veracruz, el cual los veracruzanos hacemos votos por su sobrevivencia transexenal, en este mundo hostil, a la promoción, difución y rescate de nuestras raíces.

El programa general incluye la ceremonia ritual de los Voladores de Papantla, los actores culturales de Tlacotalpan y Cosamaloapan la banda sinfónica del Gobierno del Estado, el recorrido por el Santuario del Cristo negro, previo al corte de listón inaugural en la Plaza de las Mariposas.

La imagen de un cristo negro que surcaba río arriba, hasta la desembocadura del Río Tonto continuando ese curso hasta llegar a Putlacingo, no era única, fueron tres Cristos Negros que en 1595 el Duque Odonojú por instrucciones de Felipe Rey de España  elabora el escultor Juan Dornier.

Las imágenes fueron enviadas a Veracruz en el barco Aria con el propósito de instalarlas en los lugares predestinados: Chalma, Esquipulas, y Otatitlán.

La tradición oral plasmada en la narrativa del otatitleco Alberto Huerta Beltrán, mencionan que un 14 de septiembre del año de 1957, llegó a Otatitlán una balsa que flotaba sobre as aguas turbulentas del río de las mariposas, en ella se encontraba el Cristo crucificado del color del ébano.

Dicen que se empezó a adorar en el pueblo mazateco de Putlanzingo, Oax., poblado asentado en la ribera del río Tonto.

Cuentan que los españoles que transportaban la imagen, traída desde España, la dejaron atada a un árbol de xúchil; y en la madrugada del 3 de mayo de 1596, la imagen del Cristo Negro fue encontrada por un matrimonio indígena que rápidamente dio aviso a los vecinos de la sierra mazateca, le construyeron una choza de palma y ahí le empezaron a adorar. En este lugar permaneció hasta el año de 1597, pero debido a una epidemia y a una inundación, los sobrevivientes se vieron obligados a embarcarse junto con el Cristo río abajo hasta desembocar en el Papaloapan y llegar a un punto donde un remolino los arrojo a la orilla, en la que estaba el caserío de Otatitlán.

A través del tiempo el acontecimiento trajo consigo el remplazo del santuario del dios prehispánico Yiacatecutli, Señor de la Partida o de la Salida, por la creación del santuario español-católico del Señor de Otatitlán, Cristo Negro crucificado.

Desde entonces, Otatitlán es escenario sacralizado por la religiosidad católica emanada de la diversidad de creyentes que ahí se congregan, esto es rebasa los límites locales.

El Rey de España Felipe II envía para la primera etapa cinco barcos trayendo mármol, pinturas, herramientas necesarias y vino para comenzar la construcción del templo, bajo la dirección del ingeniero Lembur.

El templo queda terminado el 25 de diciembre del año 1605, con cuyo motivo se celebró la fiesta mas grande que haya habido en el pueblo.

En 1780 se inicia la construcción de la segunda etapa del templo, esta construcción fue completamente destruida por el paso del huracán en 1806, iniciando la reconstrucción sustituyendo el antiguo tejado por amplías bóvedas adoradas en el exterior por dibujos formados de mosaicos negros y amarillos al igual que la cúpula. Estas obras fueron inauguradas en 1876.

Dos años mas tarde se coloca en una de las torres el reloj Losada traído desde Londres con garantía de Trescientos años. A principios del siglo XX durante la Administración de Plútarco Elías Calles, se lleva a cabo la persecución religiosa que tuvo repercusiones trágicas para nuestro pueblo por la decapitación del Cristo Negro realizada por los esmirros del Coronel Tejeda y autoridades municipales el 8 de septiembre de 1931.

Actualmente majestuoso y sufrido el templo del Cristo Negro se yergue piadoso a su pueblo, Otatitlán y como es escenario sacralizado, convoca a los demás pueblos.

No llores, Jesús, no llores, que me vas a hacer llorar, pues los niños de este pueblo te queremos consolar.