Un fracaso total el rey león, los gráficos no son como se esperaban, le quita todo el sentido a lo que nos tenían acostumbrados comentaron espectadores luego de el tan esperado estreno de la película antes mencionada.
Como sucede con todos los revival de los clásicos animados que atravesaron la infancia de varias generaciones, la nueva versión de la fábula lacrimógena sigue generando polémica.
El riesgo está claro: no es fácil meterse con la infancia de millones. Esta misma polémica está atravesando a la esperada remake de El Rey León (Lion King, 1994), la cual ha tenido una recepción dispar en los medios especializados. ¿Obra maestra o fiasco total? La opinión está dividida.
Los medios coinciden en algunos puntos: se siente como un homenaje conmovedor y adhiere espectacularidad a la fábula. Pero esas condiciones que algunos consideran sus virtudes, otros lo sienten como su punto más flojo. “Es la película más conservadora, menos sorprendente y menos arriesgada de este siglo. Segura, inofensiva y calculada. Es como si estuviera regurgitada”, opinó Todd McCarthy en The Hollywood Reporter.
Otro punto polémico es el cambio de medio para representar las aventuras de Simba. “Pone énfasis en el ‘realismo’ a expensas del entretenimiento. Debilita su lado melodramático restando importancia a su lado emotivo”, aseguró Scott Mendelson en Forbes. Un punto de vista muy similar al que manifestó William Bibbiani en The Wrap: “El contraste que hay entre los sucesos imposibles que aparecen en pantalla y el hiperrealismo de las imágenes no siempre funciona (…) Algunas veces es fascinante, pero suele ser ridícula”.
Pese a estos cuestionamientos, no faltaron medios que se rindiesen ante la versión de Jon Favreau. Técnicamente parece indiscutible, las alteraciones en las canciones son positivas y los intérpretes no podrían ser más eficaces. “Donald Glover y Beyoncé están feroces y el fotorrealismo hecho por ordenador es increíble”, afirmó Chris Hunneysett en Mirror. A fin de cuentas, se trata de una superproducción tan calculada que no puede fallar. Pero es válido preguntarse cuál es el valor artístico de una adaptación oportunista con aspiraciones comerciales un tanto descaradas.